Una curiosidad de este territorio histórico es que se divide en cuadrillas. Al sureste de Bizkaia encontramos la de Gorbeialdea, y en ella el concejo de Goiuri (Gujuli). Sin duda, en este lugar lo que más nos llama la atención es la ubicación del núcleo urbano, situado al borde de un balcón natural, esculpido por el agua del río Oiardo a lo largo de miles de años, y generando un llamativo salto. En Goiuri también, la quesería Meabe, con sus quesos de oveja y unas exquisitas tartas, y un molino restaurado, anclado justo antes del salto de agua.
En el barrio Ollerías de Elosu, el inmenso horno, con aspecto de torre defensiva, adosado a un baserri nos indica la ubicación del Museo de Alfarería Vasco. El museo, y el taller que también alberga, son dirigidos por Blanca Gómez de Segura, quien comparte su pasión y mucho conocimiento, con quienes lo visitan. Este horno entró en funcionamiento en 1.711, abasteciéndose los alfareros de las tierras arcillosas que se encontraban en su entorno. En 1.957 finalizó la construcción del embalse de Ullibarri-Gamboa, del que se abastecen gran parte de Álava y Bizkaia. En 1.958 el horno del alfarero se cargó por última vez con sus miles de piezas, y los veinte carros de argoma que llegaban a generar una temperatura de más de 1.000 grados.
En Berganzo, concejo del municipio de Zambrana (cuadrilla de Añana), el agua otra vez nos ofrece una ruta en torno a ella. Asciende junto al río Inglares (Jugalez) hasta la cascada de las Herrerías, para descender después suavemente junto a un sinuoso canal que abastece a una pequeña central hidroeléctrica.
Peñacerrada (Urizaharra), te recibe con su imponente entrada amurallada. En este lugar de la cuadrilla de Campezo-Montaña Alavesa, han decidido recopilar aquellos apeos de labranza que quedaron ya en desuso hace tiempo, y mostrarlos en un museo al aire libre, curioso e instructivo para quienes somos legos en esta materia. Muy cerca, en Faido, encaramadas a las paredes que enmarcan este enclave, la Ermita de Nuestra señora de la Peña y enfrente las cuevas excavadas siglos atrás por eremitas que allí se recluían.
Oficialmente los Pirineos no llegan a Álava, pero sí geológicamente. La Sierra de Cantabria, “constituye el extremo suroccidental de la gran unidad morfoestructural pirenaica”, pero nos es más conocida por suponer la división física por el norte de La Rioja Alavesa. Al sur de estas montañas y especialmente a medida que nos acercamos a las tierras bañadas por el río Ebro, encontramos extensos monocultivos de vid, pero también olivos, y varios cereales acercándonos de nuevo a la sierra. Entre las cumbres de esta sierra, el San Tirso, desde donde en días claros obtenemos una excepcional panorámica de 360 grados.
Son varios los núcleos urbanos que todos asociamos a Rioja Alavesa, pero en el propósito de disfrutar de otros menos conocidos y por ende no masificados los días festivos, visitamos Leza, Lapuebla de Labarca, Labraza, Lantziego y Kripan. Al sureste de Lantziego, paseo entre vides para conocer la Tejera de El Enciscal, donde a finales del S. XVIII, levantaron un horno, semejante al mencionado de Ollerías (Elosu). En toda esta zona han recuperado multitud de patrimonio arqueológico, desde Kripan un breve paseo, en parte por la que podría ser una calzada romana, llegamos al Dolmen Los Llanos, que no conserva el cierre superior pero si toda la estructura del corredor de acceso y la cámara sepulcral.
Cruzando de nuevo la sierra, ahora hacia el noreste, llegamos a Kanpezu (Santa Cruz de Campezo), con multitud de fachadas blasonadas. Muy próximo se halla Antoñana, con una arquitectura en piedra que esconde llamativos recovecos, y desde donde podemos visitar la cascada de Aguaque y la del Molino de Oteo en el río Sabando.
Por último, y también muy cerca de Kanpezu, el río Izki cruza el parque natural al que da nombre. Como opción para un primer contacto, el sendero que nos lleva a cierta altura desde Korres hacia Bujanda, con acceso al mirador de la Peña del Castillo, y regresando por otro más próximo al río.
Sin duda, merece la pena descubrir todos estos lugares, que no aparecen resaltados en los mapas, pero atesoran infinidad de joyas patrimoniales, paisajísticas y naturales, siempre con respeto por los mismos y las gentes, flora y fauna que los ocupan.
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