Marzo de 2024
Este es un viaje entre fortalezas, unas creadas por el paso del tiempo, por el ser humano otras. Un viaje entre líneas, las que dividen territorios, y las que se difuminan entre historia, leyendas y creencias.
Muntanya de Montserrat, montaña serrada por los dientes de sierra que forman sus rocas. Su origen geológico tenemos que situarlo durante el Eoceno, hace poco más de 40 millones de años, en un momento en el que esta zona era el borde sur del brazo de mar que conformaba la Cuenca del Ebro en su extremo oriental. La montaña de Montserrat no está formada por los desplazamiento tectónicos, si no por la erosión diferencial entre rocas duras (conglomerados) y rocas más blandas (arcillas y areniscas). Esta ruta circunvala una parte de Montserrat, pasando en los primeros kilómetros por la apertura en la roca conocida como Roca Foradada.
Lugares como Montserrat, llevaban a preguntarse qué, quién, cómo... se habían creado estas formaciones. Antes de que los geólogos nos dieran sus explicaciones, el ser humano buscaba respuestas en las estrellas, o en apariciones como la de la Mare de Déu de Montserrat, conocida popularmente como La Moreneta. Este sobrenombre le viene dado por el color negro de la talla. Estudios recientes han confirmado que la talla, románica del s. XII, se hizo con madera de álamo blanco, y que se tornó negra por distintos factores como la exposición al humo de los cirios. Según la leyenda, la talla fue encontrada por unos niños en el año 880, en una cueva cercana al lugar en el que hoy se venera en el Monasterio de Montserrat.
Según Eliana Thibaut i Comalada, la coca se inventa gracias al aprovechamiento de la masa de pan que no se había hinchado. En vez de tirarla, se cocía plana, azucarándola para servirla de postre.
Cingles (acantilado o risco) son esas grandes paredes que se alzan majestuosas subrayando lo pequeños que somos. Precipicios de caída vertical o de fuerte pendiente formada por rocas, resistentes a la erosión y que en la parte superior presentan una extensión de terreno más o menos plano. En los Cingles de Bertí se mimetiza con su telón de roca el Monasterio de Sant Miquel del Fai.
Esta ruta rodea otra zona de los Cingles de Bertí partiendo del Santuario de Puiggraciós.
Esta ruta serpentea por un hayedo dentro del Parc Natural del Montseny (léase "Montseñ") y pasa por el Turó (colina) de Morou.
Definido en el siglo XIII por Bernat Desclot, como "uno de los bellos y nobles del mundo". El Castell de Montsoriu evoca cómo era la vida en uno de los grandes castillos de la Edad Media. Considerado como una de las grandes fortalezas del Mediterráneo, Montsoriu nos muestra la estructura de la que fue gran residencia palacio de los vizcondes de Cabrera. Su primera fecha documentada es del año 1002. Resistió un largo asedio en el juego de poder entre el hijo del vizconde Bernat II y el rey Pedro IV. Entre sus características destacan que sus muros fueron conformando distintas líneas defensivas como si de una matrioska de sillares se tratara, y el gran aljibe capaz de almacenar 260.000 litros de agua.
Al sur de los Pirineos fueron muchas las líneas que dividían territorios. De este a oeste fragmentaban las tierras en condados y reinos, de norte a sur dividían los núcleos poblados en base a la religión que profesaran. Alianzas, batallas, traiciones... y las líneas cambiaban de lugar. En ese contexto muchas fortalezas oteaban el horizonte y se comunicaban de unas a otras.
Sobre su atalaya de roca, el Castillo de Loarre, nunca protagonizó grandes enfrentamientos, pero hoy es testigo de sus casi 1.000 años de historia. Entre sus singularidades, de la época en que fue monasterio, la combinación de muros románicos y una bóveda gótica. Ha sido escenario de produciones cinematográficas como Irati o El reino de los cielos.
Conocida como "la Capilla Sixtina del Altoaragón" , Nuestra Señora de Casbas se levantó como una pequeña ermita. Se cuenta que los cátaros de una población francesa con ese nombre, en su huida al ser acusados de herejía, la escondieron y la virgen apareció en este lugar al sur de los Pirineos. En el s. XVIII la pequeña ermita románica dio paso a un santuario barroco profusamente decorado.
La primera referencia datada al Monasterio de Leyre (San Salvador de Leyre) es del año 851, en un enclave del Reino de Navarra limitrofe con el de Aragón. En origen benedictino, después cisterciense y de nuevo benedictino. La actual iglesia románica fue consagrada en el año 1057, pero en esa fecha solo estaba concluida la parte del altar. En los siguientes años se hicieron los muros y se concluyó con un techo de madera. La actual cubierta con bóvedas de crucería gótica es del s. XVI y afortunadamente para su construcción no se demolieron los muros románicos. La cripta, con pilares y arcos llamativamente distintos, cumplía una función principalmente estructural, consiguiendo en la planta superior la superficie necesaria para la nave. Al fondo de un túnel puede verse la silueta de un monje que representa al abad Virila. Cuenta la leyenda, que este abad siempre andaba preocupado por la eternidad y la dificultad de entender el paso del tiempo. Una tarde salió a caminar como tenía por costumbre y se quedó embelesado escuchando el trinar de un pájaro. Preocupado por esconderse ya el sol, se apresuró en volver al monasterio. Al llegar nadie le conocía, pero respondiendo a su insistencia en que él era el abad, buscaron en los archivos. Allí, en aquellas hojas amarillentas, encontraron la referencia a un abad que salió a pasear y dieron por desaparecido... 300 años atrás.
Por último, esta ruta asciende desde el propio monasterio a la Sierra de Leyre, frontera natural entre la parte sur y norte de este territorio. Desde los 1.356 metros de la cumbre del Arangoiti, pueden verse el embalse de Yesa y el Monasterio de Leyre al sur, y la Foz de Arbayun y la nieve en las cumbres de los Pirineos.